miércoles, 8 de junio de 2011

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RONALDINHO

BIOGRAFIA...


Nombre futbolístico de Ronaldo de Assis Moreira, Brasil, 1980). Futbolista brasileño. Ronaldinho Gaucho no es solo un jugador de fútbol, es el ídolo de millones de aficionados que ven en él la encarnación del “jogo bonito” brasileño, del fútbol hecho con arte que ilusiona a grandes y pequeños.

La historia de esta estrella del balompié empieza el día 21 de marzo del año 1980, cuando nace en la localidad brasileña de Porto Alegre el pequeño Ronaldo de Assis Moreira en el seno de una familia de origen humilde en la que se vive con entusiasmo la afición por este deporte. Y es que fue su padre Joao quien le inculcó el amor por el fútbol, igual que a su hermano mayor Roberto.

Precisamente era éste quien parecía predestinado a ser un número uno con el balón, pero cuando Ronaldo era aún solo un niño demostró sus habilidades y Roberto se retiró de la práctica profesional para convertirse en el manager de una futura figura internacional: Ronaldinho.

Ronaldinho no olvida ni sus sencillos orígenes ni la temprana muerte de su padre cuando él tenía ocho años. Fue un desgraciado accidente el que llevó a Joao a morir en la piscina de la casa que el club Gremio Porto Alegre había regalado a la familia por el contrato de su hermano Roberto. Pese a todas estas situaciones poco agradables que vive desde pequeño, Ronaldinho pisa fuerte en los campos de fútbol de todo el mundo desde el principio. Los aficionados le consideran un verdadero artista del balón cuya rapidez y habilidad le permiten triunfar en su posición natural de media punta.

La carrera profesional de Ronaldinho se inicia en el 1997 cuando empieza a jugar en el club de su ciudad, el Gremio Porto Alegre. Además, ese mismo año consigue ser Campeón del Mundo y máximo goleador con la selección Sub-17 de Brasil. Es el disparo de salida de una trayectoria llena de éxitos.


Durante cuatro años Ronaldinho juega en el Gremio de Porto Alegre y evoluciona como futbolista. A parte de que obtiene excelentes resultados con su equipo triunfa con la selección canarinha en la Copa América de 1999. En este torneo es también elegido mejor jugador después de marcar seis goles, uno de ellos contra Venezuela y aún recordado por sus seguidores gracias a su extraordinaria belleza y espectacularidad.

En el año 2001, y después de participar incluso en los Juegos Olímpicos de Sydney, Ronaldinho lleva acumuladas a sus espaldas temporadas de triunfos en el fútbol de su país y decide dejar Brasil para dar un salto internacional e integrarse en un equipo europeo. Diversos clubs optan a ficharlo hasta que se decide por el prestigioso Paris Saint Germain, un clásico de la liga francesa.

La estancia de Ronaldinho en Francia no es desde buen principio tan perfecta como cabía esperar dada su fama en Brasil. Algunos problemas administrativos impiden que debute enseguida en el equipo y, cuando consigue hacerlo, tiene diversos enfrentamientos con su entrenador de por aquel entonces, Luís Fernández.

Pese a que los conceptos de ambos acerca de lo que debe ser el fútbol no coinciden en muchos aspectos, se mantiene en el equipo francés hasta el año 2003 y logra obtener diferentes títulos internacionales. Así, en el 2002 es campeón del Mundo con la selección absoluta de Brasil y gana la Copa Intertoto con el París Saint Germain.

En el verano del 2003 la directiva del Fútbol Club Barcelona encabezada por su presidente Joan Laporta y Sandro Rossell (vicepresidente azulgrana y uno de sus mejores amigos) consigue fichar a Ronaldinho por 25 millones de euros. Se convierte en el número 10 del equipo y logra desplegar su mejor fútbol para devolver la ilusión perdida a la afición del Barça, que espera ganar grandes títulos nacionales e internacionales gracias a sus espectaculares filigranas futbolísticas.


martes, 7 de junio de 2011

biografia de gonsalo jimenes de que quesada

(Granada, España, 1509 - Mariquita, Colombia, 1579) Conquistador y cronista español, descubridor del reino de Nueva Granada (actual Colombia) y fundador de su capital, Santa Fe de Bogotá. Frente a las colosales figuras de Cristóbal Colón, Hernán Cortés o Francisco Pizarro, el nombre de Gonzalo Jiménez de Quesada apenas es recordado en la actualidad salvo por los expertos. La importancia de sus conquistas y el esfuerzo realizado por él fueron parejos, si no superiores, a los de los protagonistas de la colonización, si bien es cierto que los logros de Quesada se producen de forma tardía y resultan menos espectaculares.

No hay certeza de que fuera en Granada donde nació Gonzalo Jiménez de Quesada, ni de que transcurriese en el año 1509, aunque los historiadores dan por buenos ambos datos a falta de otros documentos que los contradigan. De lo que no hay duda es de su estancia en Italia como soldado hasta 1530, fecha en que regresó a España y comenzó la carrera jurídica en la ciudad de Granada. Terminados los estudios con gran brillantez, el título de licenciado y su fama de combatiente veterano fueron las llaves que le abrieron las puertas de la Real Cancillería de Granada, donde ocupó un puesto de letrado que acabaría catapultándolo al otro lado del océano.

Había muerto el gobernador de Santa Marta, ciudad situada en la costa caribeña de lo que hoy es Colombia, y como sustituto fue elegido Pedro Fernández de Lugo, a quien se concedió unas capitulaciones con el título de adelantado y derecho a llevar hasta aquellos pagos a su personal de confianza. Fernández de Lugo no dudó en designar a Quesada para el cargo de justicia mayor y teniente general de la expedición, considerando con acertado juicio que era "hombre despierto y de agudo ingenio, no menos apto para las armas que para las letras". La travesía fue emprendida de inmediato y en 1536 Quesada se encontraba ya en el Nuevo Mundo.

Muchas habían sido las intentonas que desde la costa, ya fuera partiendo de Santa Marta o de Cartagena de Indias, se habían realizado buscando las ricas tierras que seguramente existían en el interior del continente. Todas habían fracasado debido a las dificultades que suponía adentrarse en las abruptas selvas y sortear los impetuosos ríos que las surcaban. Ésta fue la misión que, poco después de su llegada, le encomendó Fernández de Lugo. Jiménez de Quesada remontó el río Magdalena, exploró los valles de su curso medio y en 1537 alcanzó las llanuras de la meseta de Cundinamarca, situada en el centro de Colombia. Para ello hubo de afrontar numerosos peligros (plagas tropicales, legiones de mosquitos y ataques de indígenas provistos de flechas envenenadas) y superar además una barrera geográfica hasta entonces infranqueable, la formada por la cadena de los Andes septentrionales.

En el altiplano de Cundinamarca encontró Quesada la civilización artesana y agrícola de los chibchas o muiscas, a los que sometió apenas sin derramamiento de sangre, sirviéndose más de la razón que de la espada. Además, la labor de los españoles fue facilitada por el hecho de que la cruz era un signo sagrado para los nativos, que, como en otros sitios, consideraron a los recién llegados hijos del Sol, dios al que veneraban. El 5 de agosto de 1538, el licenciado Quesada fundaba la ciudad de Santa Fe de Bogotá, la que había de convertirse en la capital del reino de Nueva Granada.

La importancia estratégica y la extensión de los territorios conquistados podían compararse con las del México ocupado por Hernán Cortés, pero desgraciadamente la metrópoli estaba ya cansada de gestas y muy necesitada de riquezas, y era evidente que en la sabana de Cundinamarca no había un Moctezuma ni una Tenochtitlán repleta de palacios, sino simples agrupaciones de tipo aldeano cuya única riqueza eran los gigantescos árboles y las feraces tierras. Por ello la conquista de Quesada ha quedado en la historia en un segundo plano.

A comienzos de 1539 llegaron a Bogotá dos nuevas expediciones: la de Sebastián de Belalcázar, procedente de Perú, y la del alemán Nicolás Federmann, que había partido de Venezuela. Los tres capitanes estuvieron a punto de entablar una guerra, pero al fin determinaron regresar juntos a España para que el monarca decidiese a quién correspondía la gobernación de Nueva Granada. A pesar de que todo el mérito correspondía a Quesada y de que él era el único que había actuado legítimamente por orden de un superior (tanto Belalcázar como Federmann lo habían hecho por cuenta propia), el Consejo de Indias resolvió no otorgar a ninguno de los tres el ansiado título de gobernador.

Hasta mayo de 1547, ocho años después de su regreso, no se recompensó a Quesada con el nombramiento honorífico de Mariscal del reino de Nueva Granada, aunque jamás conseguiría un mando con jurisdicción sobre las tierras que había conquistado. Jiménez de Quesada regresó nuevamente a Santa Fe de Bogotá en 1550 y emprendió una expedición por la región de los Llanos orientales en busca de los tesoros de El Dorado que sería un fracaso: las riberas del impetuoso Orinoco fueron superiores a sus ya menguadas fuerzas. Viejo, enfermo y arruinado, se retiró en Suesca.

Los últimos años de su vida los dedicó a escribir una serie de obras de las cuales se ha perdido la mayor parte. No se conserva ni su Relación de la conquista del Nuevo Reino de Granada, ni el libro titulado Ratos de Suesca ni el llamado Compendio historial de las conquistas del Nuevo Reino, donde al parecer abordaba una historia completa de los primeros años de colonización. Sí que ha llegado hasta nosotros su Antijovio, texto en el que narra los acontecimientos principales ocurridos en Europa en la primera mitad del siglo que le tocó vivir. La obra trata de demostrar la falsedad de las aseveraciones y relatos antiespañoles del cronista italiano Paolo Giovio, historiador de fortuna que gozó de cierto improcedente predicamento en la época.

La última hazaña de Gonzalo Jiménez de Quesada fue resistir durante cuatro largos años a un enemigo invencible: la lepra. Fue esta terrible enfermedad la que acabó con su vida en 1579, días después de que dictase testamento y pusiera en orden los numerosos papeles que habían brotado de su pluma. Sus hombres le rindieron honores de adelantado, pues consideraban que él, y sólo él, había descubierto y conquistado las tierras de Nueva Granada.


miércoles, 1 de junio de 2011

biografia de lope de aguirre

Lope de Aguirre
Conquistador rebelde español (Oñate, Guipúzcoa, 1511/15 - Barquisimeto, Venezuela, 1561). Pasó al Perú poco después de su descubrimiento, hacia 1536. Participó en la conquista y colonización de varios lugares, pero sobre todo se vio involucrado en las luchas entre los colonizadores españoles; primero en las guerras civiles entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro (1537-54) y, más tarde, apoyando al virrey Blasco Núñez de Vela en la implantación de las Leyes Nuevas contra la resistencia de parte de los colonos, encabezados por Gonzalo Pizarro (1544-46).
Condenado por un juez a ser azotado públicamente por incumplir las leyes que protegían a los indios (1551), persiguió a dicho juez hasta matarle; su fuga de la Justicia cesó en 1554, al acogerse a la amnistía concedida por Pedro de Alvarado a los que se alistaran para luchar contra la rebelión de Hernández Girón.
En 1560 se embarcó en la expedición de Pedro de Ursúa en busca de las legendarias riquezas de Eldorado; una flota con centenares de soldados descendió por los ríos Huallaga y Amazonas, sin encontrar rastro de riqueza alguna: el descontento consiguiente fue aprovechado por Lope de Aguirre para organizar un motín, asesinar a Ursúa y tomar el mando de la expedición.
En lugar de regresar al punto de partida, como pretendía Ursúa, Aguirre continuó el descenso por el Amazonas, en medio de una sucesión de crímenes. En 1561 se rebeló contra el rey de España (a quien hizo llegar una carta) y proclamó a uno de sus colaboradores (Fernando de Guzmán, a quien también mataría poco después) «Príncipe del Perú, Tierra Firme y Chile»; no sin anacronismo, algunos historiadores han querido ver en este gesto alucinado un precedente de la independencia americana.
Navegó hasta el Atlántico y bordeó la costa hasta Venezuela, con intención de llegar a Panamá, apoderarse de la flota y fomentar una sublevación contra la metrópoli. Aunque el gobernador de Venezuela y gran parte de la población habían huido aterrados por la llegada de Aguirre, éste no pudo vencer la resistencia organizada por unos cuantos viejos colonos, ya que la mayor parte de sus compañeros habían desertado.
Viéndose perdido, Aguirre asesinó a su propia hija Elvira, que le había acompañado durante todo el viaje, para que no cayera en manos de sus enemigos; y éstos le dieron muerte en el lugar, rechazando su pretensión de que se le hiciera juicio.